Manipulación perversa

18/9/2007

Cuando uno es incapaz de convencer a otra persona de los argumentos e ideas propias, la tentación de emplear falacias para manipularlo hasta convencerlo es enorme.

Pero lo cierto es que si no somos capaces de transmitir las ideas y pensamientos necesarios para validar nuestros argumentos, lo que procede, lejos de forzar a nuestro interlocutor para que concuerde con nosotros, es repasar nuestros propios argumentos y creencias, para revisar si en realidad estamos en lo correcto.

Traspasar el límite de la sana discusión de ideas y atropellar a otro ser humano, aprovechando trucos y matráfulas, es un irrespeto mayúsculo a ese ser humano y debería tipificarse penalmente como si fuera un secuestro o una agresión intencional, porque cuando se manipula a otra persona, para forzarlo a pensar diferente, lo que se hace es alienarlo, masificarlo y vejarlo en su condición humana.

Es por eso lamentable cuando para fines religiosos o políticos, invocando un “bien mayor” para justificar sus acciones, algunos “líderes” sin escrùpulos, emplean maniobras de todo tipo para romper la voluntad y el sentido comùn de sus “clientes” y de esta forma, obligarlos a creer lo que requieren para su propio beneficio, porque al final, todas las personas que emplean la manipulación (de todo tipo, desde la afectiva, hasta la revestida de “razón”) lo hacen por fines exclusivamente personales, para obtener un beneficio que por medio de la razón no pueden lograr y que por lo general se refiere a asuntos turbios, porque si fueran transparentes y diáfanos, no tendrían necesidad de recurrir a estas maniobras.

Pero es aun más lamentable cuando las máximas figuras públicas del país, utilizan estos métodos oscuros para mancillar el libre-pensamiento de los costarricenses.

Es verdaderamente lamentable escuchar al señor Oscar Arias Sánchez, Presidente de la República, primer servidor del pueblo costarricense, ciudadano ilustrado con un curriculum que bien podría sonrojar a cualquier profesor de las mas tradicionales universidades europeas, que ya ocupó el digno cargo de presidente en otra ocasión, que incluso fue honrado con el Premio Nobel de la Paz por su trabajo en pos de la humanidad y particularmente de los ciudadanos centroamericanos, este señor que en el papel se ve tan grande y honorable, mintiendo vilmente a los costarricenses para “torcerles el brazo” como el mismo ha dicho, y que de esa forma piensen igual que èl sobre el “tratado de libre comercio” del que tanto se habla últimamente.

Porque la verdad sea dicha, escuchar de boca de Oscar Arias que si Costa Rica no aprueba el TLC “se la lleva el diablo”, o que el Presidente Lula no vino a Costa Rica porque solo visita países que ya han ratificado el tratado, o aun más inverosímiles, como que la no ratificación del tratado será como que Costa Rica se autoimponga un embargo igual al que el gobierno norteamericano impuso a Cuba… esto y mucho más del verbo presidencial, es sencillamente impensable.

Un hombre que se considera a sí mismo un estadista de talla mundial, capaz de dirigir esfuerzos globales en pos de causas nobles, se está dando el lujo de caer en el peor de los vicios de la intelectualidad: la arrogancia de pensar que posee la verdad y también el permiso divino para imponerla a los demás, y lo peor, en perjuicio de todo un pueblo que le confió la dirección del Estado Costarricense.

Cuando esa viciosa manipulación proviene del mismo Presidente de la República, se convierte en perversa, en un acto de desprecio supremo por el pueblo que le eligió y por el país bajo su dirección. Comprometer su ética personal y la de su gobierno con este tipo de actitudes es inaceptable.

Don Oscar, piénselo bien, usted no puede seguir abusando del pueblo al que debe servir. Si no es capaz de reencontrarse con la verdad, con el respeto y con la decencia, debería pensar seriamente en dejar el puesto que ahora ostenta, porque en verdad no lo merece.

Publicado en La Prensa Libre del 24 de setiembre del 2007

http://www.prensalibre.co.cr/2007/setiembre/24/opinion08.php

1 comentario:

Anónimo dijo...

25/9/2007

Excelentes palabras! Afortunadamente no caés en la demagogia que es tan común en ambos bandos estos días. Mis respetos

LUIS MARIANO