Accidentado

3/3/2008

Afortunadamente nunca he tenido accidentes graves. Alguna vez me quebré un brazo, pero fue porque un amiguillo me empujó de un muro y caí aparatosamente sobre el brazo y pues, ya ven, siempre ha sido así, robusto (decía mi abuelita) y el huesillo no aguantó (que varas de hueso). Eso fue hace 27 años, cuando estaba en sexto grado.

Mis únicos dos accidentes de tránsito tampoco han sido la gran cosa, buen trabajo de mi ángel guardián. El primero fue cuando empezaba a andar en bicicleta, allá por 1975 y aunque mi cuerpo se desarrolló rápidamente y ya con 5 años era un mulón enorme, pues mis reflejos no iban a la par... jijiji, pues que me vengo en la bicicleta por el lado derecho (como corresponde) de la calle frente a mi casa y un camión repartidor de Café Rey se parquea - contra vía - en la pulpería que estaba a tres casas de la mía... o sea, me la topé de frente y nunca me dio por frenar o quitármelo, sino que me fui de frente contra el carro.... jajajaja, claro, los carajos del Café Rey casi se mueren del susto de verme desparramado en media calle, casi debajo de sus llantas delanteras. Unos raspones y un gran morete en un costado fue el recuento de casualties.

Hoy tuve mi segundo accidente de tránsito... Mi casa, para los que la conocen lo imaginarán con claridad, está en alto y para salir hay que bajar una cuesta algo pronunciada. Pues hoy en la mañana mi hermana se fue en una zanja cuando estaba sacando el carro (un Jeep Wrangler), pues en los intentos por sacarlo de ahí, me pidieron ayudar como peso muerto (ya he visto que para eso soy muy bueno, estoy pensando en alquilarme profesionalmente) por lo que me subí en el guardabarros trasero a brincar para mover el carro. Claro que fui muy efectivo, el carro se movía ferozmente cuando me sentía brincándole en la cola (no ha de haberle gustado nadita), tan efectivo que al tomar tracción en la calle y moverse hacia atrás, me disparó como si fuera película de Harold Lloyd. Nuevamente la cosa no pasó más allá de raspones y muchos golpes que aun no me duelen, pero que seguro en la noche no voy a soportar, nuevamente fruto del cuidado que mi esmerado ángel guardián me da.

Y la verdad es que no he tenido mayores accidentes en toda mi vida. Ni siquiera pleitos. Desde pequeño, como era tan grande para mi edad, todos mis compañeros me tenían miedo. En secundaria, cuando un compañero tuvo la loca idea de lanzarse puños en alto sobre mí, chocó contra un tren en movimiento y quedó muy mal herido, aun si yo propinarle un solo golpe (esta ha sido mi única pelea de puños, aunque sin ellos). Después de eso nos hicimos super amigos, lo cual demuestra que el amor está mas cerca del odio que de la indiferencia. De niño, también en bicicleta me caí y la rodilla se me abrió, como si fuera tela muy fina, que hueco más espantoso y que hueso más blanco, desde entonces, las calaveras no me hacen gracia. Pero aparte de eso, nada.

Gracias Rafael por ser un ángel tan efectivo.

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