De lobos con piel de oveja

6/8/2007

En estos días por medio de la prensa escrita me enteré horrorizado que el grupo de death metal "Cannibal Corpse" viene para Costa Rica a dar un concierto. Mi reacción ante la noticia, no fue porque los músicos en cuestión hayan sido vilipendiados hasta el cansancio por el contenido de las letras de sus canciones, por la violencia con que ejecutan su música en concierto o por su tendencia al satanismo y a corrientes oscuras de la geografía pseudo-religiosa moderna, a fin de cuentas, ni me interesa su música, ni pienso asistir a su concierto, y la verdad es que si por contenido de letras o por violencia en escena se me fuera a correr la peluca, pues ya estaría sobradamente calvo, toda vez que músicos de corte reggaetonero que han venido al país en los últimos años hasta para las teletones, no cantan precisamente alabanzas a Baco… es cuestión de gustos.

Mi sorpresa mayúscula se debió a la reacción del Director de Migración y del Ministro de Seguridad ante la noticia, quienes de buenas a primeras acusaron, juzgaron y sentenciaron a los músicos, sin conocerlos, sin saber si es cierto que vendrán o no al país y sobre todo sin que la ley les otorgue dichas posibilidades de justicia casi omnipontente.

No es que venga a convertirme en adalid de Cannibal Corpse, porque insisto en que ni se quienes son, lo cierto es que me duele ver como algunos lobos utilizan la ley para aparecer como ovejas ante una opinión pública poco exigente, que les permite decir y hacer los que gusten, aun a pesar de la ley misma.

Porque lo cierto es que si estamos hablando de un espectáculo público, para eso nuestra Asamblea Legislativa ha dictado sendas leyes que se refieren al tema y que eventualmente, imponen los requisitos necesarios para que estos músicos o cualquier otro espectáculo que quiera presentarse en el país, lo haga como Dios manda. De esta forma, si efectivamente su música es todo lo que se dice, pues se harán las advertencias del caso en la publicidad y se exigirá que el acceso sea exclusivo para mayores de edad, dejando la responsabilidad de evaluar el espectáculo a quienes corresponde, es decir, a los ciudadanos que están en perfecta capacidad, una vez advertidos de ello, de decidir si quieren presenciar el concierto o no.

Si se diera el caso de escándalos fuera del lugar del concierto, faltas al orden público o cualquier otro delito previsto en nuestra legislación, sea por parte de los músicos ejecutantes o del respetable público asistente, pues para eso existen también los mecanismos legales para actuar con rigor y tomar las decisiones que correspondan, pero que de antemano los jerarcas en cuestión den su opinión desinformada y vayan más allá dictando un acto administrativo espúreo para el que ni siquiera están habilitados por la ley, más parecen censores de la Santa Inquisición que funcionarios al servicio del pueblo y de la democracia costarricense.

Deberíamos dejarnos de miedos y de mojigateces y entonces sentar las responsabilidades en donde corresponda. Si un grupo de habitantes de este país quiere oir a Cannibal Corpse, pues es su responsabilidad, como lo es en el caso de los que van a Puntarenas a oir a Daddy Yankee y de quienes cada domingo de temporada aprovechamos la oportunidad de escuchar a la OSN ejecutar esas obras que en su momento fueron tan o más cuestionadas que las del grupo de rock que motiva este comentario.

Como diría mi abuelito, en gustos se rompen géneros y cada cabeza es un mundo. La democracia se construye gracias a la tolerancia, si pretendemos que solo nuestros gustos sean los "buenos" y que los demás deben atenerse, estaremos equivocando el camino.

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