De pronto la ciencia avanza tan rápido y uno está tan viejo que todo lo que se supone que era real ya no lo es y lo que se suponía irreal de pronto no lo es tanto tampoco.
En estos días tuve la oportunidad de ver una película inglesa llamada What the bleep do we know? que describe de una forma 'a prueba de tontos' los últimos avances de la teoría cuántica y hacia donde apuntan las investigaciones científicas más recientes que tratan de resolver la pregunta ¿quienes somos?
Después de ver esa pieza de sabiduría, más bien me quedó la pregunta ¿qué somos? en la mente. No somos una masa con cierta forma porque la masa resulta ser que no existe, sino que somos muchas partículas que se comportan de modo extraño, que decidieron agruparse en cierta forma y con cierta intención y... ta-ran, así de fácil.
Pero más que el asunto material, me quedó claro que al final somos lo que queremos ser. La realidad no existe más allá de lo poco que de ella podamos capturar a través de los sentidos y procesar en nuestro inquieto cerebro, que muchas veces combina esa información del exterior con todos los colochos emocionales que tenemos en el interior y al final quedamos con una realidad tan diferente de la exterior que no es extraño que hagamos tantas tonteras... si al final, gracias al cerebrito juguetón, tenemos explicaciones y excusas para todo.
Lo bueno es que esa idea general de que el pensamiento propio es el que determina la realidad que vivo, pues devuelve un poco (o un mucho) la responsabilidad de dirección de nuestras vidas a nosotros mismos, y nos pone al frente de la nave que estamos dirigiendo a través del mar de una vida que no sabemos a ciencia cierta si existe. Por lo que no podemos, ahora si, con comprobación científica, echarle los clavos de nuestras propias desgracias a los demás, al destino, a la sociedad, a mi mamá que me chineó tanto de niño o a mi papá ausente, al final el único responsable de los 80 kilos de sobrepeso que cargo, soy yo mismo.
A ver si esto me ayuda a tomar las decisiones necesarias para echar al tarro de la basura tantos paradigmas que me hacen daño, y los sustituyo por otros más positivos para mi evolución en este planeta y en cualquier otro en el que esté transitando simultáneamente... la realidad, dice la teoría cuántica, es solo un mundo de posibilidades en el que nada es imposible. Solo hay que creerselo.
Saludos...
Niebla
En estos días tuve la oportunidad de ver una película inglesa llamada What the bleep do we know? que describe de una forma 'a prueba de tontos' los últimos avances de la teoría cuántica y hacia donde apuntan las investigaciones científicas más recientes que tratan de resolver la pregunta ¿quienes somos?
Después de ver esa pieza de sabiduría, más bien me quedó la pregunta ¿qué somos? en la mente. No somos una masa con cierta forma porque la masa resulta ser que no existe, sino que somos muchas partículas que se comportan de modo extraño, que decidieron agruparse en cierta forma y con cierta intención y... ta-ran, así de fácil.
Pero más que el asunto material, me quedó claro que al final somos lo que queremos ser. La realidad no existe más allá de lo poco que de ella podamos capturar a través de los sentidos y procesar en nuestro inquieto cerebro, que muchas veces combina esa información del exterior con todos los colochos emocionales que tenemos en el interior y al final quedamos con una realidad tan diferente de la exterior que no es extraño que hagamos tantas tonteras... si al final, gracias al cerebrito juguetón, tenemos explicaciones y excusas para todo.
Lo bueno es que esa idea general de que el pensamiento propio es el que determina la realidad que vivo, pues devuelve un poco (o un mucho) la responsabilidad de dirección de nuestras vidas a nosotros mismos, y nos pone al frente de la nave que estamos dirigiendo a través del mar de una vida que no sabemos a ciencia cierta si existe. Por lo que no podemos, ahora si, con comprobación científica, echarle los clavos de nuestras propias desgracias a los demás, al destino, a la sociedad, a mi mamá que me chineó tanto de niño o a mi papá ausente, al final el único responsable de los 80 kilos de sobrepeso que cargo, soy yo mismo.
A ver si esto me ayuda a tomar las decisiones necesarias para echar al tarro de la basura tantos paradigmas que me hacen daño, y los sustituyo por otros más positivos para mi evolución en este planeta y en cualquier otro en el que esté transitando simultáneamente... la realidad, dice la teoría cuántica, es solo un mundo de posibilidades en el que nada es imposible. Solo hay que creerselo.
Saludos...
Niebla
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