Como en el ruedo, espero el sonido característico del cornetín, que anuncia al público la salida del toro y que pone al diestro en autos de que llegó la hora de enfrentar su destino.
Y no existe un destino más claro e inminente. La bestia es azuzada en el callejón, para llevar sus ánimos al máximo, de forma que cuando se encuentre a su némesis, su único deseo será embestirlo y cual vampiro en celo, derramar la sangre que logre sacar de esa herida.
Y bueno, es un juego de sangre, o la sangre del torero o la del toro.
Por eso el torero sabe que en cada sonido de ese cornetín se está contando premonitoriamente la historia de su propio deceso.
Todos saben que tarde o temprano habrá un toro que logre tomarlos descuidados o mal ubicados y sucederá eso que han temido durante más de cien faenas.
Cuando siento esa ansiedad torera recuerdo lo que mi amigo toro siempre dice, al toro por los cuernos y al hombre por su palabra.
Pero al final siempre termino sorteando el peligro y haciéndole pases y reveses al animal, en lugar de enfrentarlo. Algún día le haré caso a mi amigo torito, mientras tanto, seguiré oyendo mi sentencia de muerte en el cornetín.
Saludos... Niebla
Y no existe un destino más claro e inminente. La bestia es azuzada en el callejón, para llevar sus ánimos al máximo, de forma que cuando se encuentre a su némesis, su único deseo será embestirlo y cual vampiro en celo, derramar la sangre que logre sacar de esa herida.
Y bueno, es un juego de sangre, o la sangre del torero o la del toro.
Por eso el torero sabe que en cada sonido de ese cornetín se está contando premonitoriamente la historia de su propio deceso.
Todos saben que tarde o temprano habrá un toro que logre tomarlos descuidados o mal ubicados y sucederá eso que han temido durante más de cien faenas.
Cuando siento esa ansiedad torera recuerdo lo que mi amigo toro siempre dice, al toro por los cuernos y al hombre por su palabra.
Pero al final siempre termino sorteando el peligro y haciéndole pases y reveses al animal, en lugar de enfrentarlo. Algún día le haré caso a mi amigo torito, mientras tanto, seguiré oyendo mi sentencia de muerte en el cornetín.
Saludos... Niebla
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