Esa dama poderosa

27/9/2008

Cuando estuve en México hace algunos años, pasé probablemente los peores momentos de mi vida hasta ahora. Incluso aun después del cáncer y de la amputación de mi pierna derecha, sigo creyendo que aquello fue mucho peor.

Talvez fue porque el sufrimiento y los dolores de origen emocional son tan potentes cuando no tienen control, son tan profundos y tan dañinos que son mucho más peligrosos que los dolores físicos. Mientras que para el dolor de mi pierna me recetaban algún analgésico o si era muy grave un poco de morfina y con eso se solucionaba el asunto, cuando en aquellos días recibí una carta que me agredía profundamente, sentía un dolor tan agudo como si me hubiesen clavado un cuchillo en las entrañas y no había nada que aliviara ese dolor.

En aquellos días tuve varias ocasiones en las que pensé seriamente en quitarme la vida. Ese día de la carta fue uno de ellos y de verdad estuve a punto de hacerlo... algo me lo impidió. Un amigo con el que compartía apartamento me decía que la autora de la carta era una carticida (haciendo un juego de palabras por homicida con cartas), porque desde que él me vio salir aquella noche, me vio en la cara que no tenía intenciones de regresar.

Los dolores emocionales son espantosos.

En estos días han regresado a mi los desórdenes emocionales. De alguna forma toda esta situación de mi amputación y de todos los problemas que esto ha generado a mi familia, me ponen a pensar seriamente en mi situación personal y la verdad es que eso no me ayuda mucho al ánimo.

Yo de verdad trato de mantener mi ánimo en alto, de hacerme el valiente, pero en días como hoy en que he tenido algunas situaciones difíciles, pues no puedo menos que dejar de notar como esa dama poderosa me sopla el oído y se me estremece todo el cuerpo. Yo la recuerdo, yo se lo intensa que es la sensación de tenerla cerca, jalándolo a uno del ombligo... y la verdad no me hace nada de gracia que me ronde otra vez.

Hace unas semanas, cuando me iban a operar, yo de verdad sentí que moriría, hasta me despedí de este foro, pero incluso esa sensación no era nada con esos susurros que siento ahora... por eso me vine a escribir, para exorcisar a la pálida sílfide que me ha dedicado sus encantos... escribir me permite respirar y alejar fantasmas, no en vano cuando abrí este foro advertía que era un instrumento catártico para mis propios monstruos.

A la dama poderosa... hoy no es mi día.

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