Del amor y otros espejismos

29/9/2008

Esta va por mi amiga adorada Lupita

Cómo somos de insensatos para calificar como amor espejismos que no llegan ni a los pies de tan majestuosa palabra. Tenemos tantas carencias afectivas, que cuando encontramos cualquier relación que las llene, corremos a calificarla como amor, para justificar las atrocidades que soportamos por no reconocer que nuestro problema es otro.

Cuando en el 2001 decidí irme para México, abandoné en Costa Rica todo lo que tenía, mi trabajo, mi familia, mis amigos, todo. Nada material porque ni antes ni ahora poseo nada... siempre he sido un pelado... jijiji pero lo cierto es que no lo dudé dos veces para tirar por la borda partes de mi vida que me había costado muchísimo construir. Después de ese viaje, puedo decir con certeza, que las idioteces que he hecho, las estupideces que he cometido y todo lo que me falta por sufrir como consecuencia de ello, se debe al desamparo en el que me abandoné a mi mismo bajo la excusa del amor.

No puedo decir que México fue un némesis de la maldad, porque gracias a esa visita me hice de unos ángeles hermosos a los que jamás olvidaré y que de verdad hoy significan mucho en mi vida, Lupita, Lore, Claus, Lulu... tanta buena gente que en aquel momento significó para mí, literalmente, la diferencia entre la vida y la muerte. Gracias a ellas estoy vivo y gracias a ellas sobrellevé la tortura que me autimpuse por varios meses hasta que algo en mí despertó y me hizo regresar a Costa Rica. De ellas, que son joyas que siguen brillando en mi vida, siempre he recibido solo lo mejor. Así como me apoyaron cuando me quedé durmiendo en el suelo del apartamento porque me quitaron absolutamente todo lo que tenía, hoy me siguen apoyando a raíz de la enfermedad que tuve, eso lo agradezco profundamente.

Pero lo cierto es que aquella decisión de irme para el Norte fue solo la culminación de un sinfin de idioteces que desde 1998 venía endilgándole al pobre amor.

Como cuesta aceptar que lo que uno creyó que era lo más puro en el mundo, la energía mas hermosa, la relación más importante de nuestra vida, no era sino una negación a la realidad de la cantidad enorme de cosas por hacer hacia nuestro propio interior.

Cuando regresé de México, me costó mucho ponerme a trabajar conmigo mismo, porque aun estaba como en un estado catatónico producido por todo el dolor vivido, pero en cuanto fui capaz de ocuparme de mi, de buscar ayuda psicológica y de analizar lo que estaba haciendo, fue evidente que había mucho trabajo por hacer. Yo nunca aprendí a querer y sobre todo nunca aprendí a dejarme querer. Cuando llegó alguien a hablarme al oído y decirme cosas lindas y de paso a demandar de mi cualquier cantidad de cosas, materiales y emocionales, no desperdicié oportunidad de llenar esas carencias afectivas al costo que fuera... que bajo cae uno y que fácil me regalé a mi mismo frente a las necesidades de alguien más.

Aun hoy me es difícil diferenciar cuando estoy demandando cariño y sobre todo cuando estoy tan desesperado por obtenerlo que no me importa el precio, lo cual aunado a mi desinterés por las cosas materiales, produce un efecto tsunami devastador. Tengo que poner frenos, tengo que buscar muy dentro de mí, dejar de oir al cerebro que clama a gritos que me abandone en la agradable sensación de sentirse querido, aunque no le importa a que precio... es difícil.

Me ha servido mucho tener con qué comparar. Desde que regresé de México, sólo una persona en mi vida ha sido capaz de brindarme amor incondicional, es decir, amor sin pedir nada a cambio: mi sobrina. Esa niña maravillosa me ha querido siempre, sin importar si soy un chichoso, o si estoy gordo, si la llamo o si no lo hago, si estudio o si sigo abandonando la U a cada momento, a ella solo le importa verme para sentirse feliz y eso me derrite. No necesito comprarle nada, su amor no es un objeto de trasiego. Ni siquiera tengo que tirarme al suelo a jugar con ella, porque eso tampoco le interesa. Le alegra mi presencia en su vida como a mi me llena la suya en la mía.

Y es que no podemos dejarnos engañar por espejismos que con luces fosforescentes nos ofrecen la palabra amor en escaparates pero que debajo solo traen ataduras emocionales, relaciones enfermizas, situaciones de peligro personal, no solo emocional sino físico también.

Además aprendí el secreto para identificar al amor verdadero de los espejismos... por este secreto Deepak Chopra y los carajos que escribieron The Secret, seguramente estarían cobrando millones de dólares, pero yo se los doy aquí de gratis, ya he pagado mucho por él y además ya ustedes los saben, estoy seguro, de que solo se los recordaré, pero aquí va:

Para reconocer el amor verdadero, solo debes pensar si lo dejaras, como te sentirías vos y como se sentiría la otra persona. Si lo que sientes es dolor, o alguna otra sensación que te moleste, no es amor verdadero lo que sientes.

Y no es el amor signifique que a uno no le importe la gente, nada de eso, sencillamente cuando vos amás a alguien en forma verdadera, disfrutás de la relación por lo que es, en cada momento, sin sentir que la otra persona te pertenece, sino sintiéndola como alguien muy especial que comparte su vida con vos, que te hace sentir muy bien su compañía y que agradeces a la vida por tan maravillosa oportunidad, pero sabiendo que la otra persona es un individuo con necesidades y expectativas de la vida diferentes a las tuyas y si en algún momento eso lo aleja de vos, no sentís dolor, porque todo el tiempo que estuvo a tu lado, lo disfrutaste al máximo. Esa libertad que le das al otro te hace libre a vos mismo, porque también tenés la libertad de tomar tus decisiones sin pensar en los cataclismos emocionales que vas a causar a otra persona. El amor es, en resumen, sinónimo de libertad, si el amor tiene ataduras, no lo es más.

¿Algo para pensar verdad?

No hay comentarios: