¿Por qué trabajo?


17/5/2008

Siempre he sido de esos románticos que creen que el trabajo es una satisfacción personal por la creación, intelectual o material, que nos pertenece y que materializa un poco de lo que somos… eso de que con lo que creamos nos sentimos un poco dioses de un microuniverso al que nosotros mismos dimos vida.

Pero estas dos últimas semanas han sido diferentes. He estado trabajando en tres documentos importantes, sobre los que no veo un futuro muy prometedor, y de verdad me he cuestionado sobre el esfuerzo que he puesto en ellos.

Desde la semana pasada estuve preparando una denuncia a favor de una compañera, para presentar al Ministerio de Trabajo, que me costó toda esa semana, el fin de semana pasado, el lunes y parte del martes de esta semana. Fue un trabajo monumental. Buscar jurisprudencia, revisarla una por una, entresacar argumentos jurídicos que dieran sustento al reclamo de la afectada… al final no quería ver una sola sentencia más en mi vida. Lo cierto es que no creo que al final esta denuncia pueda interponerse. Existen afectaciones importantes, pero la vìa no parece ser la apropiada, lo cual significa que todo ese trabajo al final servirà de algo solo si el abogado que la represente en la vìa ordinaria, desea tomarlo como apoyo.

Además la semana pasada (desde el domingo) vengo preparando dos documentos muy importantes para presentarlos ayer en la Gerencia. Los tengo en la cabeza desde hace semanas, los he conversado con varios amigos, para obtener retroalimentación, pero el trabajo de sacar esas ideas de la mente y materializarlas en un texto que tuviera sentido y que fuera agradable, fue agotador. El martes salí como a las 8 de la noche del trabajo, el miércoles como a las 10 de la noche y el jueves como a las 9 de la noche, entrando todos los días a las 7 de la mañana. Todavía el viernes en la mañana estaba dándoles algunos retoques a las presentaciones en Power Point que llevaría a la Gerencia. En este caso, aunque creo que ambos trabajos causaron una buena impresión, las propuestas rompen tanto con el esquema “oficial” que sinceramente creo que se convertirán en letra muerta. Yo de verdad les puse cariño, de verdad saqué lo mejor de mi en esos documentos, pero tampoco les veo futuro.

Muchas veces me ha sucedido algo parecido, pero esta vez fueron dos semanas de trabajo tan intenso y de un esfuerzo personal tan grande, que de verdad no puedo dejar de sentir una decepcioncilla en algún lugar dentro de mí, que me tiene inquieto.

El lunes regresaré a trabajar, tengo muchísimos asuntos que atender, talvez ninguno tan exigente como estos tres, pero nuevamente tendré que esforzarme al máximo, y me preocupa que el ánimo me falle. No puedo evitar sentir como que algo se me está gastando y eso no me gusta.

Si de algo estoy convencido es de que uno no puede trabajar en algo en lo que no se siente a gusto. Mi trabajo en el Sindicato me llena profundamente; ayudar a otros, de forma totalmente desinteresada, me hace sentirme muy bien conmigo mismo. Pero no me puedo dar el lujo de poner menos esfuerzo del que requiere cada compañero, cada caso, cada trabajo… sería traicionarme a mi mismo, a mis principios de vida que – dicho sea de paso – no son muchos y no son los tradicionales, por lo que si esos poquísimos principios en los que creo son apuñalados por mis propias acciones, estarè en problemas.

Ya veremos que depara la semana venidera…

No hay comentarios: