El legado de Bush


Ya decían nuestros abuelos que para verdades el tiempo.

En el ocaso de su administración, George W. Bush ha visto como la montaña de mentiras armadas en torno a Al Qaeda e Irak, se han derrumbado, una tras otra.

Ya hace unas semanas aceptó que uno de sus "mayores errores" (calificado por él, por supuesto), fue aceptar los informes de inteligencia que hablaban de armas de destrucción masiva en suelo iraquí.

Esta semana hemos visto las denuncias que han surgido por los miles de millones de dólares que, en teoría, han sido invertidos en la reconstrucción de Irak, sin que hayan llegado a su destino. Se estima que Estados Unidos ha invertido más de 100.000 millones de dólares en labores de reconstrucción, y la factura aun no termina de inflarse. De esta cantidad tan impresionante, al parecer la mayor parte ha alimentado la maquinaria burocrática del Pentágono y las mentiras necesarias para cubrir sus propios errores.

Lo cierto es que la Administración Bush deja un negro legado en el mundo, pero sobre todo un negrísimo testimonio de ineficacia y estupidez en una tierra que sigue hoy por hoy, sometida a un infortunio que parece no tener fin.

Estados Unidos no ha logrado establecer un sistema democrático sólido en las tierras invadidas, porque ni siquiera ha encontrado la llave del entendimiento para las fuerzas internas en conflicto que desangran a la población civil que sigue a merced de la violencia y las armas traídas del extranjero para su defensa y que al final se han convertido en cuchillo para sus propias humanidades.

El número vergonzoso de muertes en la población civil iraquí, que según cálculos conservadores ronda ya el medio millón de seres humanos, es inaceptable. El saber que ese número sigue en aumento día tras día, solo nos mueve a la denuncia y a la solidaridad con un pueblo que no pidió un salvador, que no aceptó su presencia en su casa y que ahora exige su retiro inmediato.

El legado de Bush, un legado de muerte, de destrucción y de sinrazones, dará mucho que hablar a la historia.

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